marzo 02, 2009

ANTARTIDA I... un viaje alucinante...



La Antártida estaba en mi recuerdo en un planisferio de escuela; nunca estuvo ni en mis sueños conocerla... Pero el trabajo me dio la oportunidad de llegar a ella este año. Todo viaje nuevo tiene una extraña sensasión de vértigo, y éste no fue la excepción,  pero nunca imaginé que fuera tan extremadamente conmovedor.
El recorrido comenzó en Neuquén/Buenos Aires, desde el aeropuerto del Palomar vía Hércules a Río Gallegos, y desde ahí  el viaje al continente helado... Subir al Hércules trajeado tipo momia naranja  es algo gracioso, pero cuando el chancho desapega se termina lo poco que te quedaba de cómico.  Saber que estás volando en un avión del año 1964 y que sobre nada posible podés aterrizar en una emergencia, ése es el pensamiento que te acompaña todo el viaje...
Mirás las caras de todos los que están a tu alrededor, y en ese enorme túnel volador  intuís que llevan la misma sensación que vos. Ni los más volados a la Antártida sacan una sonrisa para transmitir la tranquilidad de que está todo bien...
Después de cuatro horas de estar jugado a la suerte, diviso desde la cabina de los pilotos las balizas de una pista de aterrizaje. Claro que antes hay  un paredón de roca y nieve como  de cien metros de alto donde el mar y el viento castigan con todo lo que pueden. Ahí empieza la pista de la base chilena Frei. Una vez que aterrizamos siento la felicidad de estar más con los pies sobre la tierra que de saber que ya estoy en la puerta del polo. 
La base chilena tiene la mejor pista de todas las que hay en ese fin del mundo, pero -pienso para mi- si esto es "lo mejor", qué será "lo peor" y no lo quiero volver a pensar... Una vez en la base siento que tengo el privilegio de estar cabeza para abajo visto desde el mapamundi, y experimento una gran felicidad por estar ahí y por saber que mientras dure el viaje me llegará sangre a la cabeza (je,je).
En la pista hay dos Hércules más: uno brasileño, otro uruguayo y el nuestro. Después de caminar varios cientos de metros llegamos al centro de operaciones; saludos protocolares y me voy hacia el angar. Un mundo de gente intenta comunicarse en diversos idiomas, y entre ellos se destacan unos hombres vestidos de azul ,verde y amarillo. Reconozco sus tonadas; son brasileros duros de frío,  y en sus tiritar imagino cómo extrañarán sus playas soleadas. Ellos también tienen base en el polo. Camiones van y vienen con equipajes, helicópteros cargan en sus linas  bultos que trasnsportan a las bases cercanas de otros países.
Después de un rato llega mi turno. Junto a unos españoles, soy el primero en  subir al helicóptero ruso Kamov, de doble hélice y con turbinas. Busco una ventanilla y me acomodo, pero me viene un ataque de pánico e intento bajar. La gente y el equipaje suben a gran velocidad y de pronto ¡zas! cierran la puerta... estoy al horno. En pocos segundos el mosquito volador se despega 200 metros del piso y sale como bala hacia el mar; miro por la ventanilla y todo pasa a gran velocidad. La última imagen que capto es la base rusa y aparece el mar enfurecido... ya no miro más.
El viento nos mueve de un lado a otro como maleta de loco. Tras un rato infinito aterrizamos sobre el helipuerto del buque Vasiliy Golovnin, un barco Ruso de 166 metros de largo que en su proa tiene algo así como un edificio de varios pisos que se mueve con ganas en la tormenta de viento y nevizca. De todas maneras, ahí me siento más seguro que en el aire, porque el rusito está sobre el agua y tiene balsas.
Luego de un par de viajes de helicóptero trayendo a todos los que viajan con nosotros comenzamos la caminata hacia la proa entre túneles y escaleras, miro la furia del mar golpeando el casco del barco y bueno, ahora sí, comenzamos otro periplo.
Estas son algunas fotos de este relato. Más abajo te cuento otras experiencias de este alucinante viaje... 



Aeropuerto El Palomar... minutos antes de partir a Río Gallegos .

Listos para embarcar a la antártida.

Caras serias durante el vuelo.

Pista base chilena Frei.

En tierra antártica.

Despidiendo al hércules.

Camino a la base.

En el angar, al amparo del frío.

Organizando los equipajes para comenzar  otro tramo del viaje.

Los helicópteros trabajan sin descanso.

Carioca polar.

Listos los bultos para otros destinos.

Trabajos con riesgos.

Despegando hacia otras bases antárticas.

El angar y el hércules despegando.

La base rusa desde el helicóptero kamov.

Ya llegamos al buque polar Vasiliy Golovnin.

Vaca llendo gente al barco.

Golovnin navega la antartida.

Cae la noche en altamar.

Rumbo a la base Esperanza


 Si queres ver las notas que hicimos en la antartida aca tenes la direccion:

3 comentarios:

Fer Gris dijo...

Leo, qué bueno que compartas hasta esos detalles que otros se guardan; una crónica desde más lejos de los miedos y los fríos, de un lugar que en mis sueños sí estuvo y está, de un lugar que visto desde acá parece más una construcción onírica que un continente helado...
un abrazo
Fer

DONKIPROKO dijo...

Ola!

sorprendente!!! maravilloso!!!
excelente, brillante tu bolg!!

felicitaciones y gracias por compartir

saludos, Ale

Romina Garcia dijo...

wuau! Impresionante lugar!!...
y tremendas fotos!...como siempre! :)
que lindo que hayas hecho ese viaje Leo!!!

beso!

Romi Garcia.